“QUE TE DEN MORCILLA”
Empleamos este uso para zanjar con malas formas una discusión con alguien que nos molesta o nos saca de nuestras casillas. Antiguamente, los animales domésticos abandonados campaban a sus anchas por las calles, no existía un control como podamos tener hoy en día con las perreras. La preocupación por el contagio de enfermedades como la hidrofobia (conocida como rabia) transmitida por perros y gatos, entre otros, derivó en un método taxativo para su erradicación, el cual consistía en introducir dentro de morcillas, potentes drogas, mortales para dichos animales. Una de las más empleadas era la estricnina, que causaba la muerte generalmente por asfixia. Como podemos ver, aunque actualmente el significado de la expresión es mucho más suave, proviene del aquella forma de envenenamiento.
“ECHAR UN POLVO”
Empleamos esta expresión bien conocida para indicar de forma coloquial la acción de la cópula.
Existen varias teorías para conocer el origen de tal expresión. Uno de ellos poco tiene que ver con el acto en sí, pero mucho influyó el humor transgresor de la gente de la época para convertirlo en tal. Hablamos de la liturgia católica, donde extraído de la Biblia en el libro Genesis 3, 19, podemos encontrar la frase en latín "Pulvis es, et in pulverem reverteris" o lo que es lo mismo "Polvo eres y en polvo te convertirás". Tras la frase, el pueblo utilizó silogismos "si somos polvo, entonces venimos del polvo, ergo polvo = cópula" con lo que ya estaba la comparación cómica conseguida.
Otro de los orígenes proviene del consumo del tabaco en polvo (conocido como rapé) por la jet set de los años 20. No estaba bien visto inhalar ante señoras tal sustancia, con lo cual, los hombres de la época empleando el uso "voy a echar un polvo" se retiraban a un sitio privado para aspirar dicho producto. Muchas de estas ausencias se aprovechaban para encuentros sexuales. La expresión consiguió su doble sentido.