sábado, 18 de febrero de 2017

LAS RIADAS DE LA ALGABA

Hablar de la historia de La Algaba,“Al-gabba”, “El bosque”, nombre de origen árabe que es el que prefiero antes que el de “Balbilis” turdetano, pues no hay razones ni documentación histórica que la actual Algaba fuera una población turdetana, por el simple hecho que se encontraran en nuestro término municipal unas monedas con esa inscripción, es inseparable de la historia de su rio, el Guadalquivir,y de su Ribera de Huelva, pues sería obviar una parte inseparable de su ser.

El viejo Betis, el Tartesio de Estrabón ha sido durante siglos para nuestro pueblo como una madre buena para sus hijos, pero al mismo tiempo como un padre cruel y tirano que con sus descontroladas crecidas provocaba inundaciones que en muchas ocasiones estuvieron a punto de hacer desaparecer a La Algaba y a sus hijos.

Sin embargo, como siempre “la voz popular es sabia”; quién no recuerda, en épocas de inundaciones expresiones de nuestros antepasado como “ ¡niño lo peligroso no es el rio sino larivera!”.Esa rivera, que desciende desde la sierra de Aracena, como una serpiente y que en épocas de riadas causaba tantos estragos en nuestra localidad.

Pero, cuál era la razón de este pánico de los antiguos algabeños y algabeñas hacia la rivera de Huelva. La contestación a esta interrogante nos las da la geografía. La rivera de Huelva nace en la provincia de Badajoz entre Fuente heridos e Hinojales en plena Sierra de Aracena a unos 500m de altitud, ya en la provincia de Huelva se le une la Rivera de Cala y durante su rápido curso descendente hacia su desembocadura en La Algaba, cuando llega al Guadalquivir en épocas de fuertes lluvias se encuentra a este crecido por estas y por el efecto de las mareas que en esta zona aún se notan, las aguas de la Rivera de Huelva retroceden al no poder desaguar, esto hace que sus aguas, que prácticamente rodean a La Algaba se salgan de su cauce inundando La Algaba. Esto unido a la inundación que provoca el Guadalquivir en su parte sur Oeste atrapan a nuestro pueblo y lo hacen preso de sus aguas convirtiéndolo en una auténtica isla, cuando otros arroyos como el Barbolí terminan rodeándola.
Situación geográfica de La Algaba, aprisionada entre el rio Guadalquivir y la Rivera de Huelva. Las flechas indican las vias de inundación.

Estudiar las riadas que en tiempos antiguos causaron tantas desgracias es complicado, pues no existen estudios específicos de las consecuencias de ellas en nuestro pueblo. Solo es factible, investigarlo a través de las consecuencias de estas riadas en la capital de la provincia, de la que sí hay interesantes estudios gracias a los cuales conocemos las terribles consecuencias de las inundaciones del Guadalquivir en nuestra localidad.

Lo que si conocemos es que desde el reinado de Leovigildo se remonta el interés por los gobernantes de salvar a Sevilla y con ello a toda la vega de la tiranía del rio grande. Joaquín Guichot célebre cronista sevillano del siglo XIX, ya en 1.876 en el prólogo de una obra de Palomo sobre las riadas d Sevilla nos dice:" que este monarca visigodo hecho sus estudios sobre el terreno la corta pudo hacerse desde La Algaba hasta Tablada donde se encontraba los terrenos más bajos". El objetivo de Leovigildo era limpiar y salvar los productivos campos de la vega de La Algaba y Triana de las acometidas del rio.

Durante la época musulmana, los moros solícitos y precavidos mantuvieron siempre limpio este canal para evitar las tragedias, incluso lo ampliaron hasta los alcores más allá de San Juan de Aznalfarache. Después de la conquistas cristiana de San Fernando, estos embriagados de su éxito militar dejarón de vista el rio, cegaron el canal y el Betis pronto se vengó. Concretamente n 1297, una cruel riada estuvo a punto de hacer desaparecer a La Algaba, Santiponce y Camas.

Desde esta época hasta el siglo XV no existen datos sobre las riadas de nuestro pueblo aunque si las hubo y grandes pero no están documentalmente registradas.

El historiador Ortiz de Zúñiga registra la malévola inundación registrada en 1485. Su documentación procede de la vivencia in situ de Bernaldez. Según este las aguas llegaron cerca de las almenas de las murallas de Sevilla, pero antes de hacer sus estragos en la capital arrasó e hizo desaparecer prácticamente a las poblaciones de Brenes, La Algaba y Rinconada. Los pobre algabeños de aquella época, en su mayoría con apellidos musulmanes, no tenían aún la mejor y única defensa ante las alocadas aguas: La Torre de Los Guzmanes.

A finales del siglo XVI, concretamente en 1595, y siguiendo a Ortiz de Zúñiga estaba Sevilla despistada arreglando sus murallas de inundaciones anteriores cuando de nuevo el Guadalquivir hace una de las suyas y a pesar de que el arrabal de la Macarena fue prácticamente arrasado, las mayores tragedias se producen, por efecto de la Ribera de Huelva en Sevilla la Vieja, como se le llamaba a Santiponce por entonces y La Algaba. Todo esto agravado por las epidemias de peste que siguieron a esta inundación.

En 1.626, La Algaba sufre una de las más terribles inundaciones. El número de fallecidos y desaparecidos son cuantiosos y no se llegaron a contabilizar. Tan catastrófica fue esta inundación que de las 376 casa que contaba nuestro pueblo por entonces solo quedaron en pie 11 como nos cuenta Borja Palomo en su obra "Historia crítica de las riadas"

Otras de las más virulentas inundaciones de las que tenemos noticias es la de 1.684. En aquella, de nuevo nuestro pueblo estuvo a punto de desaparecer y morir todos sus habitantes. A Sevilla habían llegado las noticias de la difícil y extrema situación en que se encontraban los algabeños. Los que habían conseguido salvar sus vidas se encontraban refugiados en la Torre de la villa, pero en peligro de morir por hambre.

Ante esta situación intervino el Arzobispo Ambrosio Ignacio de Espínola que envió a su limosnero a socorrer a sus habitantes, cosa que hicieron tras salvar sus vidas después de embarrancar el navío al quedar atrapados en unos árboles que estaban cubiertos por las aguas.

Durante el siglo XVIII se producen continuas inundaciones que afectan a a La Algaba como la de 1.736 que arrasó todos sus campos y obligó al Cabildo Eclesiástico a asistir con abundancia de limosnas de pan para cubrir las necesidades vitales de nuestros paisanos.

Pero fue en 1.751 cuando una nueva avenida de las aguas pone en peligro la supervivencia de nuestra localidad. En el mes de Diciembre las lluvias fueron continuas lo que hizo que el rio se volviera a salir otra vez de su madre. Las aguas anegaron todo el pueblo, solo la Torre volvió a ser el único edificio que sobresalió de las aguas y allí de nuevo estaban los algabeños con su bandera blanca al aire pidiendo el socorro necesario para salvar sus vidas. Muchos barcos partieron de Sevilla, por orden del Asistente, con el fin de salvar la vida de nuestros vecinos. Tan grande fueron las consecuencias negativas que el Monarca y el Consejo de Castilla decidieron de una vez por todas poner manos en el asunto para solucionar el problema de Sevilla y su vega.

Las obras comenzaron pronto. Al frente de ellas se puso el ingeniero Marqués de Berbon, pero después de haber gastado casi un millón de reales se vio que su solución no era la adecuada por lo que intervino el Marqués de la Ensenada paralizando las obras y poniendo al frente de ellas al Procurador Mayor de la Ciudad de Sevilla el Conde del Águila. La solución parecía estar en el corte del rio a la altura del puente de la Barqueta.

Poco efectivas fueron estas medidas pues en el año 1778 La Algaba se encuentra de nuevo a merced de las aguas y sus habitantes en verdadero peligro de muerte ante la furia del rio y la alocada rivera de Huelva.

Por la Gaceta de Madrid conocemos nuevas riadas que pusieron en guardia a los algabeños, concretamente en los años 1.783 y 1.784.


Famosa fábula de Cándido M. Trigueros sobre la riada de 1.783. En este fragmento habla de la desventurada Algaba y se pregunta por que la rivera de Huelva está enojada con nuestro pueblo.

El siglo XIX, comienza como siempre, con inundaciones y con propuestas de los gobernantes para solucionar los problemas, pero estas soluciones por ser muchas veces inadecuadas y otras por tardías hacen que nuestro pueblo siga sufriendo las embestidas del rio grande y la rivera de Huelva.

De entre las muchas inundaciones cabe destacar por su virulencia la de 1.892 que estuvieron a punto de convertirse en una nueva tragedia si no es por la asistencia de los barcos enviados por las autoridades sevillanas, por esta época cada vez más potentes que llegan a nuestro pueblo para salvar a sus habitantes. De nuevo decir que fue nuestra torre la que verdaderamente nos salvó. De esta inundación tenemos un recuerdo en el azulejo existente en nuestra iglesia parroquial donde muestra hasta donde llegaron las desbocadas aguas.


Durante este época, como solución se intentó rebajar el rio para dar salida a las aguas de la ribera en su desembocadura por el Cortijo Quijano, lo que hoy conocemos como el Riego pero de nuevo la desidia se impuso. Y no se pusieron medidas para atajar el problema de la Algaba hasta la construcción de la presa de Alcalá del Rio en los años 30 del pasado siglo, aunque como es lógico, esta presa trajo problemas de otra índole, sobre todo a nivel ecológico.

Durante este siglo XX, cosa lógica, ya se producen menos catástrofe, pero las inundaciones causan dos tragedias que calaron hondamente en nuestro pueblo: la de 1.918 y la de 1.924 con la caída del puente de La Borbolla, esta última ya tratada en este blog bajo el epígrafe "la Tragedia del Puente de La Algaba".

En Febrero de 1.918, las lluvias torrenciales causan una considerable subida de las aguas del Guadalquivir. Por su parte, como siempre, la salida de la Rivera de Huelva va inundando poco a poco nuestros campos y avisando de nuevo que se dirige hacia nosotros. Loa algabeños, expertos en estas lides intentan poner tierra de por medio a la situación que se avecina, muchos de ellos en lanchas se trasladan a la vecina localidad de Santiponce al estar esta a una mayor altura, otros resisten en las partes altas de las casas en los conocidos zoberaos. Sobre el día 8 de Febrero Jueves, las aguas entran impetuosamente en nuestro pueblo dejándolo incomunicado. La bravía rivera afluye por el sito del Convento de San Francisco, situado en el actual Barrio de la Cruz totalmente desbocada. Las noticias pronto llegan a Sevilla cuyas autoridades intentan paliar el desastre. Pero las aguas no perdonan a una barca con seis algabeños puesta por el ayuntamiento para llevar víveres a los vecinos y socorrer a otros que el nivel de las aguas comienza a amenazar. Por las cercanías del convento, donde la voracidad de las aguas es mayor zozobra la barca, tres se pueden salvar, dos desaparecen terminando ahogados y el otro algabeño en estado muy grave moriría posteriormente. El ayuntamiento de la Algaba pide auxilio a las autoridades mandando estas varias embarcaciones intentando paliar el desastre.



Noticia de la dificil situación por la que pasa nuestro pueblo en la riada de 1.918. Hemeroteca ABC

Hasta aquí este pequeño trabajo sobre los efectos de las inundaciones del Guadalquivir y su afluente la rivera de Huelva en nuestro pueblo. La cosa como sabéis, no termina aquí, la desgracia del 29 de Marzo de 1.924 ya os la presente anteriormente. Tardarían años en que nuestros gobernantes pusieran las medidas necesarias para contener las aguas. Particularmente, de pequeño, cuando mi padre estaba construyendo nuestra casa en la calle de la antigua discoteca el Triángulo, pude observar in situ, desde la azotea la barbarie de estas riadas, nunca se me olvidará la visión de las casas de mis vecinos entre ellos la de la Aurora o la de la Sara la de los escobones, anegadas hasta el techo y como se inundaba lo que hoy es el Hoyo Barrero, inundación que formaba una especie de lago que se mantenía durante meses aprovechando los chavales de la época sus aguas para bañarnos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario