Al finalizar la segunda guerra mundial con la caída del III Reich, muchos altos cargos y colaboradores de Adolf Hitler huyeron y se distribuyeron por todo el mundo para salvar sus pellejos por los atrocidades y crímenes de guerra cometidos. España y el régimen instaurado por el General Franco no fue una isla en el desierto, ni muchos menos. En nuestro pais al amparo del régimen franquista muchos fueron los nazis que encontraron cobijo y tranquilidad, viviendo como auténticos señores y siempre protegidos por las altas instancias del estado español.
Entre los casos más conocidos están los del célebre "cara cortada", Otto Skorzeny, que desde el año 1.950 fue protegido por Franco y realizó en nuestro país una intensa labor, llegando incluso a amasar una gran fortuna procedente de turbios negocios.
Otro caso interesante fue el del doctor Aribert Heim, alias el 'doctor Muerte' y 'el carnicero' de Mauthausen, que gozó de un tranquilo y apacible descanso en el Mediterráneo español después de la segunda guerra mundial.
Igualmente, sabemos el caso de León Dregrelle, oficial de las SS que bajo el nombre de José León Ramírez Reina vivió hasta su muerte de forma apacible en la Costa del Sol española.
Uno de los nazis más importante dentro del clan de Hitler, fue Martín Borman, pues bien este personaje, cruel y asesino, estuvo refugiado durante algún tiempo, gracias al gobierno español, en un lugar desconocido de la Ría de Arosa, hasta que un submarino alemán lo trasladó de incognito, años después a la Argentina.
Martin Borman
Otro caso curioso fue el de Hans Furetschke, que bajo la tutela franquista llegó a ser, incluso, Catedrático Emérito de la Universidad Complutense de Madrid. Alrededor de 105 nazis se refugiaron en nuestro país después de la segunda gran guerra, pero lo más interesante de todo fue cuando me encontré con la figura de:
Martin Borman
Otro caso curioso fue el de Hans Furetschke, que bajo la tutela franquista llegó a ser, incluso, Catedrático Emérito de la Universidad Complutense de Madrid. Alrededor de 105 nazis se refugiaron en nuestro país después de la segunda gran guerra, pero lo más interesante de todo fue cuando me encontré con la figura de:
Fredericke von Freienfels, "el médico de Chipiona"
D. Luis Gurruchaga, el médico nazi de Chipiona
La mayoría de los nazis refugiados escogieron Zahara de los Atunes (en Cádiz); sin embargo, el doctor Gurruchaga escogió Chipióna. Según los que le conocieron en el pueblo gaditano era un genio de la medicina que curaba a desahuciados y recomponía miembros afectados. Alcanzó una rápida popularidad entre los lugareños por su enorme carisma y profesionalidad. Atlético de complexión y fácil sonrisa, emanaba confianza y cordialidad. Nadie sentía curiosidad por el pasado que Don Luis se cuidaba de camuflar cuando era el doctor F. von Freienfels, distinguido miembro de las S.S., actuando en campos de exterminio como Dachau, Mauthausen o Auschwitz, donde llevaban a cabo atroces experimentos, sobre todo con prisioneros judíos y rusos. Entre sus barbaridades más conocidas se contaba el gaseado de un tren repleto de judíos con destino a un campo de exterminio. Luis tenía órdenes de conducir a los prisioneros a su trágico final. Pero él optó por adelantar el inevitable Holocausto, a sabiendas de lo que les esperaba al final del trayecto, así que confinó a los condenados en los vagones repletos en los que ordenó insuflar el gas.
Luis, como era conocido en Chipiona, había adquirido un yate sin grandes
pretensiones, que conservaba fondeado en el puerto de Chipiona. Era una
embarcación en la que Gurruchaga llevó a cabo algunos retoques mínimos con
ayuda de Cuquito, un carpintero de rivera. Solo ellos conocían los entresijos
de aquel barco.
El doctor lo sacaba a la mar en tiempo libre cargado de
enfermeras guapas voltejeando sin riesgo. Pero algunas tardes, Luis abandonaba
puerto a la caída del sol tras la peña de Salmedina, en compañía de un marinero
de su confianza: el Faisco, y se perdían mar adentro en dirección al Estrecho
de Gibraltar, llegando al puerto de Tánger, donde comenzaban sus noches de
frenética actividad.
En Chipiona fue un Robin Hood, atendiendo a los desamparados sin cobrarle por la consulta. ¿Querría redimir su pasado.
La embarcación contaba con un compartimiento adosado a la
quilla al que se accedía por una trampilla bajo una alfombra, con la apertura
suficiente para que una persona pasara con carga limitada. Así lo utilizaba
Luis para contrabando de radios y tabaco. Finalmente, regresaba a las playas de
Chipiona, donde le esperaban sus contactos con vehículos para transportar la
mercancía. Continuó con esta rutina hasta que se le ocurrió un sistema más
rentable. Esperar merodeando por el Estrecho, a que en plena noche cruzaran
otras embarcaciones contrabandistas. Las asaltaba, reduciendo a sus
tripulantes, les robaba la carga que podía, emprendiendo la huida con el botín.
Hasta que se le gastó la suerte de tanto usarla. Tuvo lugar un incidente con
otro yate, el Jess B, y fue apresado por la policía marroquí, confinándole en
el Lazareto de Malabata con una condena de cinco años de internamiento. Que se
redujo a pocos días puesto que escapó. Esta odisea dio origen a su sobrenombre
de Dr. Pirata.
Era un personaje de leyenda, moderno Robin Hood, puesto que
atendía generosamente a los necesitados de Chipiona con sus 'ganancias'. No se sabe como se solucionó su situación legal. Regresó a Chipiona y fue
obligado a dimitir de su puesto de director del sanatorio, rompiendo el corazón
de sus enfermeras. Se esfumó el Dr. Pirata dejando una sonrisa en los labios de
cuantos le conocieron en Chipiona.
Luis tenía una
bala alojada en un recoveco de su espalda y cuando le acuciaba el dolor, se
encerraba en su despacho con una botella de brandy y seguidamente, se dedicaba
a disparar con un arma contra techo y paredes, dejándolas llenas de muescas.
¡INCREIBLE HISTORIA!
No hay comentarios:
Publicar un comentario