lunes, 23 de abril de 2012

EL PAPA PROHIBE LOS TOROS


La fiesta de los toros, que es como me gusta llamarla, lejos de fiesta nacional, que trae consigo una serie de connotaciones ideológicas que le ha hecho mucho daño en los últimos sesenta o setenta años cuando una parte de España, como ocurre con tantas otras cosas, se apodera de ella y toma como buque insignia una actividad que tiene en España siglos de historia y nacida del pueblo que es su verdadero amo.
 Nadie puede apoderarse de algo que no es suyo y en el caso de la Tauromaquia su dueño es el pueblo llano, no es de izquierdas ni de derechas, es de todos. No hay cosa que me produzca más "inri" que oír a uno de izquierdas denostar a los toros considerándolo como algo nacido en los años de la dictadura franquista o a uno de derechas regodeándose de un supuesto patriotismo bananero cuando habla de la tauromaquia.
Los toros te pueden gustar o no, puedes estar a favor o en contra pero lo malo es identificarlo con una las dos Españas, cosa que en este cainita país ocurre a menudo.
El tema de la abolición sobre las corridas de toros no es nuevo, ni está identificado con la derecha o con la izquierda, pues hay aficionados de cualquier ideología e igualmente, enemigos de toda índole.
A Pepe Díaz, sevillano del barrio de la Macarena, Secretario General del Partido Comunista de España en los años de la República y conocido aficionado a los toros, le preguntaron en una ocasión sobre la posible abolición de la fiesta y respondió que "si un día la quitan me sentaría en la puerta de la Maestranza y lloraría recordando faenas de Belmonte "
Pero bueno vayamos al tema que nos ocupa. "Bicheando por internet, resulta que he descubierto que el tema de la prohibición de los toros no es nuevo. La polémica viene consigo desde su nacimiento. Pero lo curioso del tema es que la primera institución que pide la abolición y de hecho la prohíbe  es nuestra querida Iglesia Católica y no parte de un "rouco" de turno, es el mismo Santo Padre quien la lleva a efecto.
La bula "De Salutis Gregis"

domingo, 8 de abril de 2012

HISTORIA DE LAS RIADAS EN LA ALGABA


Hablar de la historia de La Algaba, “Al-gabba”, “El bosque”, nombre de origen árabe que es el que prefiero antes que el de “Balbilis” turdetano, pues no hay razones ni documentación histórica que la actual Algaba fuera una población turdetana, por el simple hecho que se encontraran en nuestro término municipal unas monedas con esa inscripción, es inseparable de la historia de su rio, el Guadalquivir,y de su Ribera de Huelva, pues sería obviar una parte inseparable de su ser.

El viejo Betis, el Tartesio de Estrabón ha sido durante siglos para nuestro pueblo como una madre buena para sus hijos, pero al mismo tiempo como un padre cruel y tirano que con sus descontroladas crecidas provocaba inundaciones que en muchas ocasiones estuvieron a punto de hacer desaparecer  a La Algaba y a sus hijos.

Sin embargo, como siempre “la voz popular es sabia”; quién no recuerda, en épocas de inundaciones expresiones de nuestros antepasado como “ ¡niño lo peligroso no es el rio sino la rivera!”. Esa rivera, que desciende desde la sierra de Aracena, como una serpiente y que en épocas de riadas causaba tantos estragos en nuestra localidad.

Pero, cuál era la razón de este pánico de los antiguos algabeños y algabeñas hacia la rivera de Huelva. La contestación a esta interrogante nos las da la geografía. La rivera de Huelva nace en la provincia de Badajoz entre Fuente heridos e Hinojales en plena Sierra de Aracena a unos 500m de altitud, ya en la provincia de Huelva se le une la Rivera de Cala y durante su rápido curso descendente hacia su desembocadura en La Algaba, cuando llega al Guadalquivir en épocas de fuertes lluvias se encuentra a este crecido por estas y por el efecto de las mareas que en esta zona aún se notan, las aguas de la Rivera de Huelva retroceden al no poder desaguar, esto hace que sus aguas, que prácticamente rodean a La Algaba se salgan de su cauce inundando La Algaba. Esto unido a la inundación que provoca el Guadalquivir en su parte sur Oeste atrapan a nuestro pueblo y lo hacen preso de sus aguas convirtiéndolo en una auténtica isla, cuando otros arroyos como el Barbolí terminan rodeándola.
Situación geográfica de La Algaba, aprisionada entre el rio Guadalquivir y la Rivera de Huelva. Las flechas indican las vias de inundación.

Estudiar las riadas que en tiempos antiguos causaron tantas desgracias es complicado, pues no existen estudios específicos de las consecuencias de ellas en nuestro pueblo. Solo es factible, investigarlo a través de las consecuencias de estas riadas en la capital de la provincia, de la que sí hay interesantes estudios gracias a los cuales conocemos las terribles consecuencias de las inundaciones del Guadalquivir en nuestra localidad.