La fiesta de los toros, que es como me gusta llamarla, lejos de fiesta nacional, que trae consigo una serie de connotaciones ideológicas que le ha hecho mucho daño en los últimos sesenta o setenta años cuando una parte de España, como ocurre con tantas otras cosas, se apodera de ella y toma como buque insignia una actividad que tiene en España siglos de historia y nacida del pueblo que es su verdadero amo.
Nadie puede apoderarse de algo que no es suyo y en el caso de la Tauromaquia su dueño es el pueblo llano, no es de izquierdas ni de derechas, es de todos. No hay cosa que me produzca más "inri" que oír a uno de izquierdas denostar a los toros considerándolo como algo nacido en los años de la dictadura franquista o a uno de derechas regodeándose de un supuesto patriotismo bananero cuando habla de la tauromaquia.
Los toros te pueden gustar o no, puedes estar a favor o en contra pero lo malo es identificarlo con una las dos Españas, cosa que en este cainita país ocurre a menudo.
El tema de la abolición sobre las corridas de toros no es nuevo, ni está identificado con la derecha o con la izquierda, pues hay aficionados de cualquier ideología e igualmente, enemigos de toda índole.
A Pepe Díaz, sevillano del barrio de la Macarena, Secretario General del Partido Comunista de España en los años de la República y conocido aficionado a los toros, le preguntaron en una ocasión sobre la posible abolición de la fiesta y respondió que "si un día la quitan me sentaría en la puerta de la Maestranza y lloraría recordando faenas de Belmonte "
Pero bueno vayamos al tema que nos ocupa. "Bicheando por internet, resulta que he descubierto que el tema de la prohibición de los toros no es nuevo. La polémica viene consigo desde su nacimiento. Pero lo curioso del tema es que la primera institución que pide la abolición y de hecho la prohíbe es nuestra querida Iglesia Católica y no parte de un "rouco" de turno, es el mismo Santo Padre quien la lleva a efecto.
La bula "De Salutis Gregis"