martes, 29 de septiembre de 2015

MONIKA ERTL: LA MUJER QUE VENGÓ AL CHE

En Hamburgo eran las diez menos veinte de la mañana del 1 de abril de 1971. Una bella y elegante mujer de profundos ojos color de cielo entra en la oficina del cónsul de Bolivia y, espera ser atendida
Mientras hace antesala, mira indiferente los cuadros que adornan la oficina. Roberto Quintanilla, cónsul boliviano, vestido elegantemente de traje oscuro de lana, aparece en la oficina y saluda impactado por la belleza de esa mujer que dice ser la australiana, y quien días antes le había pedido una entrevista.
Por un instante fugaz, ambos se encuentran frente a frente. La venganza aparece encarnada en un rostro femenino muy atractivo. La mujer, de belleza exuberante lo mira fijamente a los ojos y sin mediar palabras extrae un revolver y dispara tres veces. No hubo resistencia, ni forcejeo, ni lucha. Los impactos dieron en el blanco. En su huida, dejó atrás una peluca, su bolso, su Colt Cobra 38 Special, y un trozo de papel donde se leía ‘Victoria o muerte. ELN’.
¿Quién era esta audaz mujer y por qué habría asesinado a “Toto” Quintanilla?
En la milicia guevarista había una mujer que se hacia llamar “Imilla” cuyo significado en lengua quechua y aimara es Niña o joven indígena (ahora considerado un insulto en Bolivia). Su nombre de pila: Mónica (Monika) Ertl. Alemana de nacimiento que había realizado un viaje de once mil kilómetros desde la perdida Bolivia con el único propósito de asesinar a un hombre, el personaje más odiado por la izquierda mundial: Roberto Quintanilla Pereira, el hombre que profanó el cadáver del Che amputándole sus manos.. Ella, a partir de ese momento, se convirtió en la mujer más buscada del mundo. Acaparó las portadas de los diarios de toda América. Pero ¿cuáles eran sus razones y cuáles sus orígenes?

Retornemos al 3 de marzo de 1950, fecha en la que Mónica había llegado a Bolivia con Hans Ertl -su padre- a través de lo que sería conocida como “la ruta de las ratas” , sendero que facilitó la huida de miembros del régimen nazi hacia Sudamérica al finalizar el conflicto armado más grande y sangriento de la historia universal: la II Guerra Mundial.
La historia de Mónica pudo ser narrada con grandes pasajes gracias a la investigación de Jürgen Schreiber. La que yo le presento es apenas un pincelazo de ésta apasionante historia que involucra muchos sentimientos y personajes.
Hans Ertl (Alemania, 1908-Bolivia, 2000) alpinista, innovador de técnicas submarinas, explorador, escritor, inventor y materializador de sueños, agricultor, converso ideológico, cineasta, antropólogo y etnógrafo aficionado. Muy pronto alcanzó notoriedad al retratar a los dirigentes del partido nacionalsocialista cuando filmaba la majestuosidad, la estética corporal y las destrezas atléticas de los participantes en los Juegos Olímpicos de Berlín (1936), bajo la dirección de la cineasta Leni Riefenstahl quien glorificó a los nazis.

Sin embargo, tuvo el infortunio de ser reconocido para la historia (y su posterior desgracia), como “el fotógrafo de Adolfo Hitler”, aunque el iconógrafo oficial del Führer haya sido Heinrich Hoffman del escuadrón de defensa. Citan algunas fuentes que Hans estaba asignado para documentar las zonas de acción del regimiento del famoso mariscal de campo, apodado el “Zorro del Desierto” Erwin Rommel, en sus travesía por Tobruk, África.
Mónika Ertl

Como dato curioso, Hans no perteneció al partido nazi pero, a pesar de que aborrecía la guerra, exhibía con orgullo la chaqueta diseñada por Hugo Boss para el ejército alemán, como símbolo de sus gestas de otrora, y su garbo ario. Detestaba que lo llamaran “nazi”, no tenia nada contra ellos, pero tampoco contra los judíos. Por irónico que parezca fue otra víctima de la Schutzstaffel.
Al término la Segunda Guerra Mundial, cuando el Tercer Reich se derrumbó, los jerarcas, colaboradores y allegados al régimen nazi huyeron de la justicia europea refugiándose en diversos países, entre ellos, los del continente americano con el beneplácito de sus respectivos gobiernos y el apoyo incondicional de Estados Unidos. Se dice que era una persona muy pacífica y no tenía enemigos, así que optó por quedarse en Alemania un tiempo trabajando en asignaciones menores a su status, hasta que emigró con su familia. Primeramente a Chile, en el austral archipiélago de Juan Fernández, “fascinante paraíso perdido”, donde realizó el documental Robinson (1950), antes que otros proyectos.
Después de un largo viaje, Ertl se establece en 1951 en Chiquitania, a 100 kilómetros de la ciudad de Santa Cruz. Hasta ahí llegó para instalarse en las prósperas y vírgenes tierras cual conquistador del siglo XV, entre la espesa e intrincada vegetación brasileño-boliviana. Una propiedad de 3.000 hectáreas donde construiría con sus propias manos y materia autóctona lo que fue su hogar hasta sus últimos días; “La Dolorida”.
Mónica había vivido su niñez en medio de la efervescencia del nazismo de Alemania y cuando emigraron a Bolivia aprendió el arte de su padre lo que le valió para trabajar después con el documentalista boliviano Jorge Ruiz. Hans realizó en Bolivia varios filmes (Paitití y Hito Hito) y trasmitió a Mónica la pasión por la fotografía. Por cierto, fácilmente podemos reclamarla como mujer pionera de las realizadoras de documentales en la historia del séptimo arte.
Mónica se crió en un círculo tan cerrado como racista, en el que brillaban tanto su padre como otro siniestro personaje al que ella se acostumbró a llamar con cariño “El tío Klaus”. Un empresario germano (seudónimo de Klaus Barbie (1913-1991) y ex jefe de la Gestapo en Lyon, Francia) mejor conocido como el “Carnicero de Lyon”.
Klaus Barbie, cambiaría su apellido por “Altmann” antes de involucrarse con la familia Ertl. En el estrecho círculo de personalidades en La Paz, donde este hombre ganó suficiente confianza de tal forma que, el propio padre de Mónica, fue quien lo introdujo, incluso, le consiguió su primer empleo en Bolivia como ciudadano Judío Alemán, de quien se dice asesoro dictaduras sudamericanas.
La celebre protagonista de esta historia, se casó con otro alemán en La Paz y vivió en las minas de cobre en el norte de Chile pero, luego de diez años, su matrimonio fracasó y ella se convirtió en una política activa que apoyó causas nobles. Entre otras cosas ayudó a fundar un hogar para huérfanos en La Paz, ahora convertido en hospital.
Vivió en un mundo extremo rodeada de viejos lobos torturadores nazis. Cualquier indicio perturbador no le resultaba extraño. Sin embargo, la muerte del guerrillero argentino Ernesto Che Guevara en la selva boliviana (Octubre de 1967) había significado para ella el empujón final para sus ideales. Mónica -según su hermana Beatriz-, “adoraba al “Che” como si fuera un Dios”.
A raíz de esto, la relación padre e hija fue difícil por la combinación: ese fanatismo adherido a un espíritu subversivo; quizá factores detonantes que generaron una postura combativa, idealista, perseverante. Su padre fue el más sorprendido y, muy a su pesar, la echó de la granja. Quizás ese desafío produjo en él cierta metamorfosis ideológica en los años 60, hasta convertirse en colaborador y defensor indirecto de los izquierdistas en Sudamérica.
A finales de los sesenta, todo cambió con la muerte del Che Guevara, rompió con sus raíces y dio un drástico giro para entrar de lleno a la milicia empuñando el brazo con la Guerrilla de Ñancahuazú, tal como lo hiciera en vida su héroe por la desigualdad social.

Durante los cuatro años que permaneció recluida en el campamento escribió a su padre, solamente una vez por año, para decir textualmente; “no se preocupen por mi… estoy bien”, Lamentablemente, nunca más la volvió a ver; ni viva, ni muerta.
Así fue como en año 1971 cruza el Atlántico y vuelve a su natal Alemania, y en Hamburgo ejecuta personalmente al cónsul boliviano, el coronel Roberto Quintanilla Pereira, responsable directo del ultraje final a Guevara: la amputación de sus manos, luego de su fusilamiento en La Higuera. Con esa profanación firmó su sentencia de muerte y, desde entonces, la fiel “Imilla” se propuso una misión de alto riesgo: juró que vengaría al Che Guevara.

Después de cumplir su objetivo comenzaría una cacería que atravesó países y mares y que solo encontró su fin cuando Mónica cayó muerta en el año de 1973, en una emboscada que según algunas fuentes fidedignas le tendió su traicionero “tío” Klaus Barbie

martes, 2 de junio de 2015

LA BATALLA DE CLAVIJO ¿OTRO TIMO HISTÓRICO?

Hace no mucho comentaba las mentiras históricas dadas por buenas tras repetirlas siglos tras siglos. Os ponía como ejemplo el cuadro de la Rendición de Breda y las múltiples falsedades que incluía. Y así, muchísimos casos que te hacen ver como la historia está construida, en gran parte, por  mitos y leyendas, todas muy alejadas de la realidad.
Otro buen ejemplo os presento hoy:

LA BATALLA DE CLAVIJO
La batalla de Clavijo, fue un invento, y así lo sostienen hoy en día la mayoría de los historiadores y las pruebas arqueológicas de la zona,  de los reyes Cristianos para subir el ánimos de los habitantes de los Cristianos ante el empuje musulmán de Abderramán II.
Supuestamente sucedió en Clavijo (La Rioja), 23 de mayo del año 844. En ella las tropas Cristianas a manos de Ramiro I de Asturias se enfrentó a las tropas musulmanas obteniendo una resonante victoria, una de la más importante de la reconquista española. Pero lo más llamativo fue que se aseguró que la victoria contó con la aparición divina del Apóstol Santiago, que al frente de un caballo blanco y espada en mano, fue sembrando de cadáveres moros el campo de batalla. Desde entonces sería conocido como Santiago Matamoros.

Un dicho popular decía:

«A este tiempo se apareció Santiago sobre un fuerte y hermoso caballo blanco. A su vista se animaron briosos los cristianos y se amedrentaron tanto los infieles que, cobardes, volvieron las espaldas, huyendo desordenados, dejando el campo lleno de cadáveres moros y corriendo arroyos de su sangre que llegaron hasta el río Ebro, que dista de aquel sitio dos leguas»

Leyendo sobre el tema, puedes encontrar la verdadera causa de esta vieja leyenda y no es más que otra "artimaña" para saquear al pobre pueblo  llano.
Tras la batalla de Clavijo, en agradecimiento, el Rey Ramiro I y la Reina Doña Urraca, instituyó en Calahorra el “Voto de Santiago”, por el que se ofrecían al Apóstol cosechas y botín de guerra. Es decir, se obligaba a todos los campesinos del norte de la Península Ibérica a pagar un diezmo a la catedral de Santiago de Compostela.
Este votó estuvo vigente hasta 1812 cuando, por insostenible históricamente, es abolido por las Cortes de Cádiz.
Posteriormente, con el estallido de la guerra civil, es de nuevo restaurado aunque sin hacerse efectivo.
Como es natural no existe el diploma original expedido por el Rey Ramiro, dicen que, claro está se extravió. Lo único que se conserva son supuestas copias en la Biblioteca Nacional de Madrid.
Aquí os dejo, el contenido del "Curioso voto a Santiago", ¡Juzguen ustedes! ¿Verdad? O otra mentira para saquear y exprimir a los pobres campesinos.




1.- En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
2.- No se han de pasar en silencio los hechos de los antepasados por los que los sucesores puedan ser aleccionados en lo bueno; sino antes al contrario deben consignarse en documentos escritos para lo que, con su recuerdo, sean los venideros invitados a imitar el buen ejemplo.
3.- Por ello yo, el rey Ramiro y la mujer que Dios me dio, la reina Urraca, con nuestro hijo el rey Ordoño y mi hermano el rey García, encomendamos a la fidelidad de la escritura la ofrenda que hicimos al muy glorioso Apóstol de Dios, Santiago, con la conformidad de los arzobispos, obispos, abades y de nuestros príncipes y de todos los cristianos de España, para que acaso, por ignorancia de nuestros sucesores, no traten de deshacer lo por nosotros hecho, sino que acordándose de nuestra obra, se muevan a imitarla.
4.- Escribimos también las causas que nos inclinaron a hacer esta oblación, para que llegue a noticia de nuestros sucesores de ahora en adelante.
5.- Hubo no mucho tiempo después de la ruina de España causada por los sarracenos en tiempo del rey Rodrigo, algunos de nuestros predecesores, reyes de los cristianos, perezosos, descuidados, flojos e indolentes, cuya vida ciertamente no se puede poner por modelo a ninguno de los fieles.
6.- Estos (mejor sería callarlo), con el fin de que los sarracenos no les molestasen con sus incursiones guerreras, pactaron con ellos vergonzosos tributos, a saber: darles cada año cien doncellas de extraordinaria hermosura, cincuenta de la nobleza española y cincuenta del estado llano. i Oh dolor! y ejemplo indigno de la posteridad. Por adquirir una paz temporal y transitoria se entregaba la cristiandad cautiva para satisfacer la lujuria mahometana.
7.- Desde el día en que Nos, descendiente de los antedichos príncipes, tomamos, por la misericordia de Dios, las riendas del gobierno, tuvimos como primer cuidado, inspirándonoslo la bondad divina, abolir semejante oprobio de nuestro pueblo.
8.- Con el fin de realizar tan digno proyecto, comunicamos nuestro pensamiento, primero a los arzobispos, obispos, abades y varones religiosos; después, a todos los príncipes de nuestro reino.
9.- Resuelto al fin y tomando el prudente y saludable consejo, dimos en León leyes y fueros a nuestros pueblos, que se debiesen guardar por todas las provincias de nuestro reino.
10.- Asimismo promulgamos decreto general a todos los príncipes de nuestro reyno para que juntasen de todos nuestros dominios los hombres fornidos y aptos para la guerra, tanto nobles como plebeyos, de a caballo y de a pie, reuniéndolos todos en día determinado prontos para la marcha.
11.- Rogamos también a los arzobispos, obispos, abades y varones religiosos, que estuviesen presentes, para que, con sus oraciones, aumentase, por la misericordia de Dios, el esfuerzo de los nuestros.
12.- Cumplióse así nuestro mandato y, habiendo dejado para cultivar las tierras solamente a los débiles y menos útiles para la lucha, se juntaron para la salida los demás, no tanto coaccionados por nuestra orden, cuantos voluntarios por el amor de Dios que les guiaba.
13.- Con esta gente reducida yo, el rey Ramiro, confiando más en la misericordia de Dios que en la multitud de mi ejército, una vez atravesadas las tierras intermedias, enderecé mi camino a Nájera, de donde pasé a un lugar que se llama Albelda.
14.- Pero entre tanto los sarracenos, conociendo nuestra venida por los rumores que les llegaron, se reunieron contra nosotros todos los de aquende el mar; y avisados por cartas y mensajeros los de allende nos acometieron todos con grande multitud y fuerzas muy poderosas.
15.- ¿Qué más? El caso fue, y de él no podemos acordarnos sin lágrimas, que cayendo muchos de los nuestros a causa de los pecados, maltrechos y heridos los demás, nos dimos a huir y sin orden llegamos al collado que llaman CLA VIJO.
16.- Una vez allí y apelotonados en un peñasco, pasamos casi toda la noche entre sollozos y plegarias, ignorando completamente qué habíamos de hacer al siguiente día. Entretanto, me tomó el sueño a mí, el rey Ramiro, mientras revolvía muchos pensamientos y estaba perplejo de la suerte de los cristianos.
17.- Y estando yo durmiendo, se dignó aparecérseme, en figura corporal, el bienaventurado Santiago, protector de los españoles; y, como yo, admirado de lo que veía, le preguntase ¿quién era?, me aseguró ser el bienaventurado apóstol de Dios, Santiago. Poseído yo entonces de mayor asombro, que en modo extraordinario me produjeron tales palabras, el bienaventurado apóstol me dijo. " ¿Acaso no sabías que mi Señor Jesucristo, distribuyendo las otras provincias del mundo a mis hermanos, los otros apóstoles, confió por suerte a mi tutela toda España y la puso bajo mi protección? y, apretando con su mano la mía, prosiguió: Buen ánimo y ten valor, pues yo he de venir en tu ayuda y mañana, con el poder de Dios, vencerás a toda esa gran muchedumbre de enemigos por quienes te ves cercado. Sin embargo, muchos de los tuyos destinados al descanso eterno recibirán la corona del martirio en el momento de vuestra lucha por el nombre de Cristo.
18.- Y para que no haya lugar a duda, tanto vosotros como los sarracenos, me veréis sin cesar vestido de blanco, sobre un caballo blanco, llevando en la mano un estandarte blanco. Por tanto, al punto de rayar el alba, recibido el sacramento de la penitencia con la confesión de los pecados, celebradas las Misas y recibida la Comunión del Cuerpo y la Sangre del Señor, no temáis acometer a los escuadrones de los sarracenos, invocando el nombre de Dios y el mío, teniendo por cierto que ellos caerán al filo de la espada. Dicho todo esto, desapareció de mi presencia la agradable visión del apóstol de Dios.
19.- Empero yo, despertado prontamente por tan singular visión, la comuniqué con lágrimas y sollozos a los arzobispos, obispos, abades y varones religiosos llamados aparte: ellos, pues, estando primero en oración, dieron muchas gracias a Dios y al apóstol por tan maravillosa consolación y se apresuraron después a poner en práctica la orden que se me había dado.
20.- Armada ya y puesta nuestra gente en orden de batalla, entramos en lucha con los sarracenos y el bienaventurado apóstol de Dios se apareció como lo había prometido, instigando a ambos, pero realmente animando a nuestras huestes para el combate, y entorpeciendo y desbaratando a los contrarios.
21.- Tan pronto como esto vimos, entendimos haber sido cumplida la promesa del bienaventurado apóstol y alegres sobremanera con tan señalada visión, comenzamos a dar grandes voces que salían de lo íntimo del corazón, invocando el nombre de Dios y el del apóstol, con este grito: ¡Que Dios nos ayude y Santiago! Esta fue la primera vez y en aquel lugar que se hizo tal invocación en España; y por la misericordia de Dios no sin fruto, pues cayeron este día en el campo de batalla setentamil sarracenos.
22.- A continuación, destruidas y tomadas sus defensas, seguimos en su alcance y conquistamos la ciudad de Calahorra, restituyéndola a la fe cristiana.
23.- Teniendo, pues, en cuenta después de la inesperada victoria, este tan gran milagro del apóstol, pensamos establecer para nuestro patrono y protector, el muy bienaventurado Santiago, algún don que durase por siempre. De consiguiente ordenamos por toda España e hicimos voto, que se ha de guardar en todas las partes de España, que Dios nos conceda librar de los sarracenos por la intercesión del Apóstol Santiago, de pagar perpetuamente cada año, a manera de primicias, de cada yugada de tierra una medida de la mejor mies, y lo mismo del vino, para el mantenimiento de los canónigos que residen en la iglesia del bienaventurado Santiago y para los ministros de la misma iglesia.
24.- Concedimos también e igualmente confirmamos para siempre, que los cristianos por toda España, de todo el botín que en cada una de las expediciones cogieren a los sarracenos, den con toda exactitud a nuestro glorioso patrono protector de España, el bienaventurado Santiago, tanta parte y porción como corresponde a un soldado de a caballo.
25.- Nosotros, todos los cristianos de España, hemos prometido con juramento dar cada año a la iglesia del bienaventurado Santiago todos estos donativos, votos y ofrendas que arriba se indican y así tenemos canónicamente determinado que se observe perpetuamente por nosotros y nuestros descendientes.
26.- Por tanto, os pedimos Padre omnipotente y Dios eterno, que mediante los méritos del bienaventurado Santiago no os acordéis, Señor, de nuestras iniquidades, sino que sola vuestra misericordia nos valga, aunque indignos de ella. Y todo cuanto a honor vuestro dimos a vuestro bienaventurado apóstol Santiago y ofrecimos de las cosas que de vos y por su medio hemos adquirido para nosotros y nuestros sucesores, sirvan para remedio de nuestras almas, y por su intercesión os dignéis admitirnos con vuestros elegidos en las moradas eternas, donde en Trinidad vivís y reináis por los siglos de los siglos. Amen.
27.- También queremos y establecemos se observe siempre, que todos cuantos vengan de nuestro linaje presten su favor y ayuda para los sobredichos votos del bienaventurado Santiago.
28.- Y si alguno de nuestra familia o de otras llegase a quebrantar este nuestro testamento o no ayudase a cumplirlo, cualquiera que ése fuese, clérigo o seglar, sea para siempre condenado al infierno con Judas el traidor y Datán y Abirón, a quienes vivos tragó la tierra; y sus hijos queden huérfanos, y su mujer, viuda; y que su reino temporal lo posea otro; y sea privado de la comunión del Cuerpo y de la sangre de Cristo; y, finalmente, no entre jamás en la participación del reino eterno. Además pague a cada una por mitad seis mil libras de plata a la regia majestad y a la iglesia del bienaventurado Santiago. y que esta escritura quede en vigor para siempre. Del mismo modo, nosotros los arzobispos, obispos y abades, que por merced divina vimos con nuestros propios ojos aquel mismo milagro, que nuestro Señor Jesucristo, por mediación de su apóstol Santiago, sé dignó mostrar a su siervo, nuestro ilustre rey Ramiro, confirmamos a perpetuidad el citado hecho de donación y voto del mismo rey, nuestro y de todos los cristianos de España, y sancionamos canónicamente su observancia.
29.-Y si alguno llegare a quebrantar esta escritura y voto de la iglesia del bienaventurado Santiago o se negase a pagarlo, cualquiera que él fuese, rey o príncipe, plebeyo, clérigo o seglar, le maldecimos y excomulgamos, condenándole a ser atormentado por siempre jamás en el infierno con Judas el traidor. Hagan esto mismo con devoción todos nuestros sucesores arzobispos y obispos. Y si no quieren, queden condenados por autoridad del omnipotente Dios Padre e Hijo y Espíritu Santoy por la nuestra; y queden ligados con excomunión y deudores del poder que Dios les entregó.
30.- Fue hecha esta escritura de votos, donación y ofrenda en la ciudad de Calahorra en el señalado día 8 de las Calendas de junio, era 872 (25 de mayo del año 834).
31. Confirmamos con. nuestra propia firma este escrito que hemos hecho yo, el rey Ramiro, a una con mi mujer la reina Urraca y nuestro hijo, el rey Ordoño y mi hermano el rey García. Estuvieron presentes.
32.- Yo Dulcidio, arzobispo de Cantabria, que estuve presente, confirmo, yo Severo, obispo de Oviedo, que estuve presente, confirmo, yo Oveco, obispo de Astorga, que estuve presente, confirmo, yo Salomón, obispo astoririense, que estuve presente, confirmo, yo Rodrigo, obispo de Lugo, que estuve presente, confirmo, yo Pedro, obispo de Urja, que estuve presente, confirmo.
33. Yo la reina Urraca, confirmo, yo el rey Ordoño, su hijo, confirmo, yo el rey Ramiro, confirmo.
34.- Osorio Pérez, mayordomo del rey, que estuve presente, confirmo, Pelayo Gutiérrez, escudero del rey, que estuve presente, confirmo. Menendo Suárez, potestad de la tierra, que estuve presente, confirmo. Rodrigo González, potestad de la tierra, que estuve presente, confirmo. Gudesteo Osoriez, potestad de la tierra, que estuve presente, confirmo. Severo Menéndez, potestad de la tierra, que estuve presente, confirmo.
35.- Gutierre Osoriez, potestad, que estuve presente, confirmo. Osorio Gutiérrez, potestad estuve presente, confirmo. Ramiro García, potestad, que estuve presente, confirmo.
36.-Martín, testigo. Pedro, testigo. Pelayo, testigo. Severo, testigo. Menendo, testigo.
37.- Vicente, sayón del rey, testigo.
38.- Nosotros, todos los moradores de las tierras de España, que estuvimos presentes y con nuestros propios ojos vimos el sobredicho milagro de nuestro patrón y protector el gloriosísimo apóstol Santiago y alcanzamos por la misericordia de Dios el triunfo de los sarracenos, sancionamos todo lo arriba descrito y lo confirmamos a fin de que permanezca para siempre.
39.- Yo Pedro Marcio, por la gracia de Dios Cardenal de la iglesia del bienaventurado Santiago, lo escribí tal como lo encontré en otro escrito que se conserva en el tesoro del bienaventurado Santiago y en su cajón correspondiente, e hice copia y lo aprobé con mi firma.
40.- Gonzalo, notario.

martes, 14 de abril de 2015

¿ORIGEN "MORO DE LOS ANDALUCES"

Antes de nada, me gustaría precisar que el término moro viene del latín maurus, el gentilicio de los habitantes de la provincia romana deMauritania o Mauretania, zona del norte de África que correspondía a la costa mediterránea de lo que hoy es Marruecos y que nada tiene que ver con el actual país de Mauritania. Como todos sabemos, las oleadas que atravesaron el estrecho de Gibraltar y llegaron a la península Ibérica en 711 eran casi en su totalidad bereberes recientemente islamizados procedentes de esta zona -árabes, lo que se dice árabes, escasos-. Por extensión,  el termino moro acabó por utilizarse para denominar al que profesaba la religión islámica y al musulmán que habitó en España desde el siglo VIII hasta el XV.
Dicho lo cual, la respuesta al título está mucho más cerca del no que del sí. No me atrevo a decir un NO (rotundo) porque casi ocho siglos dan para mucho, pero podemos decir que su legado genético y fisonómico es mínimo comparado con el de otros.

Y ahora vamos al lío…
La ley islámica permití­a que los moros “emparentasen carnalmente” con cristianas (emires, califas y reyezuelos tuvieron a cristianas como concubinas y favoritas), pero las moras no podí­an hacerlo con cristianos, bajo pena de muerte. Por tanto, el único caso posible de mestizaje en al-Andalus era el de padre musulmán y madre cristiana y, lógicamente, sus hijos fueron educados en el Islam. Más tarde, durante la llamada Reconquista, los reinos cristianos del norte fueron vaciando la península de población musulmana conforme se fueron ganando territorios. Tras la toma de Granada en 1492 por los Reyes Católicos, se expulsó a los judí­os y en 1502 se proclamó el decreto de conversión forzosa (obligando a los musulmanes a convertirse o abandonar la pení­nsula), buscando la unificación religiosa. Los moriscos, que así se llamó a los musulmanes que se convirtieron al cristianismo y se quedaron, serían en este momento el único resto de mestizaje, pero la mayoría de ellos siguieron manteniendo en la intimidad sus costumbres, lengua e incluso religión. En 1570, Felipe II envió a su hermanastro Juan de Austria a las Alpujarras para sofocar una rebelión de los moriscos. Tras años ayudando a piratas berberiscos y turcos, Felipe III ordenó la expulsión definitiva de los moriscos en 1609. Así que, la “sangre” mora que quedó en el antiguo al-Andalus fue mínima.
¿Entonces, de dónde procede la población actual de Andalucí­a?
Pues, sencillamente, de los cristianos que repoblaron el sur: leoneses, castellanos, gallegos, aragoneses… Y para dejarlo más claro, en palabras de maestros:
  • Podréis vosotros, amigos andaluces, gozar de la autonomí­a polí­tica que ahora deseáis. Porque sois nietos de los conquistadores cristianos, podréis vivir autónomos dentro de España. Claudio Sánchez Albornoz (historiador y ministro de la Segunda República)
  • La ilusión de que los andaluces desciendan de los moros no se sostiene más que en la fantasí­a de algunos pseudo-historiadores y de ciertos conversos al Islam que repudian sus nombres de pila Sebastián, José, Paquita, por Abderramán, Mohamed o Aixa”. Juan Eslava Galán (escritor y ganador del Premio Planeta)
  • Pero tras el brillo guerrero las loas mas o menos fundadas aparece de modo invariable el interés económico. Interesa que los musulmanes se mantengan – como antes los cristianos- por una básica motivación económica, al menos mientras no se repueblen las nuevas tierras con suficientes norteños, proceso iniciado a mediados del siglo XIII en el valle del Guadalquivir y culminado en las Alpujarras en 1570.  La población sometida (mudéjar), en declive demográfico y económico constante, sobrevive por un tiempo en las áreas rurales y en menor proporción dedicados a la construcción, el servicio doméstico y pequeñas industrias artesanales. La emigración hacia el norte de África y el reino de Granada, espoleada tanto por los alfaquí­es, que no podí­an soportar la idea del mestizaje, como por los conquistadores, va despoblando las morerí­as, de suerte que en tiempos de Alfonso XI habí­an pasado a mejor vida las de Niebla, Carinona, Jerez, Moguer y Constantina, y las de Écija, y Sevilla se redujeron gravemente. Todo ello en paralelo a una afluencia masiva de norteños que castellaniza de forma profunda y radical el centro y oeste de la actual Andalucí­a, volviendo esta realidad histórica innegable ilusorias y de un folklorismo delirante las presentes pretensiones de quienes aseguran muy serios «descender de los moros». Los excelentes estudios del profesor Manuel González Jiménez nos eximen de repetir aquí­ hechos bien aquilatados y probados en la documentación existente. Sabemos que a la muerte de Fernando II ya repoblados los reinos de Jaén y Córdoba, por el Rey Sabio – canonizado en la actualidad como gran protector de moros y judí­os- concentró sus esfuerzos en poblaciones grandes o medianas y en el eje defensivo en torno a la frontera con Granada. Pero no sólo afluyen gallegos, asturianos o leoneses, en Camas se establecen 100 ballesteros catalanes y la toponimia urbana de Sevilla nos aviva la memoria con la denominación de sus viejas calles. Los resultados que presenta R. Arié en el oriente peninsular son muy similares en Valencia, Baleares y Aragón, aunque la repoblación aragonesa en el levante fue más lenta y, por motivaciones económicas, se intentó frenar, al menos al principio, la salida de mano de obra mudéjar. Serafí­n Fanjul(catedrático de Literatura Árabe en en la Universidad Autónoma de Madrid).


jueves, 26 de marzo de 2015

15 AÑOS DE LA MADRUGADA DE PÁNICO


Este año se cumple el quince aniversario de los desagradables hechos ocurridos en la madrugada sevillana del año 2000. Quince años pasados sin que se tenga conocimiento,o bien no lo quieran hacer público, de aquellos lamentables sucesos que marcó un antes y un después en la Semana Santa Sevillana.



lunes, 16 de marzo de 2015

VIERNES 13

Hace unos días, en un diario de tirada nacional se explicaba el origen de la expresión Viernes  13. En este diario, se establecía como inicio de la consideración de esa fecha como maldita en la Edad Media y relacionada con el tema de los templarios.

Ejecución de Jacques de Molay

“En la Edad Media el rey Felipe IV de Francia, con el apoyo del papa Clemente V, ordenó las redadas para detener a todos los Templarios del país el viernes 13 de octubre de 1307, hecho al que se atribuye la leyenda de los malos augurios asociados a este día de la semana cuando cae en 13. El asalto a los templarios alcanzó una gran notoriedad a causa de las escabrosas acusaciones que se les imputaron y a la  tortura a los que los sometieron los inquisidores”.

Sin embargo, tenemos que comentar que la cosa no está nada clara pues otros historiadores sugieren que el origen de la superstición es cristiano y se remonta a la Última Cena, que tuvo trece comensales (Jesús y sus doce discípulos), y tras la cual se produjo lugar la crucifixión de Jesús, precisamente en viernes.  Estableciendo estos hechos el origen maléfico de ese día.



Curiosamente, el viernes es el día de la semana que más veces ha coincidido en día 13 a lo largo de la historia. Según el calendario gregoriano, en  4.800 meses el día 13 ha caído 688 veces en viernes, frente a 685 en lunes o martes, por ejemplo. Es nada más otra versión, ¿a saber cuál es la correcta?

miércoles, 25 de febrero de 2015

EL PUEBLO EXCOMULGADO

Las leyendas sobre brujas y aquelarres han perseguido a Trasmoz (Zaragoza) a lo largo de los siglos. Ubicado en las faldas del Moncayo, a escasos kilómetros del Monasterio Cisterciense de Veruela, este pequeño municipio zaragozano –con a penas 70 habitantes– ha estado siempre rodeado de un halo de misterio. Lo cierto es que actualmente es el único pueblo maldito y excomulgado de España y solo el Papa podría poner fin a esta situación que vive el pueblo desde hace cientos de años.
Corría el siglo XIII cuando la localidad fue excomulgada. Por aquel entonces Trasmoz era como una isla laica rodeada de todos los pueblos que pertenecían al Monasterio de Veruela. Según cuentan las leyendas, la actividad de las brujas estaba en aquellos años en su máximo apogeo y, entre los muros de su castillo, los aquelarres y todo tipo de actos paganos eran una constante.
Lo que sí está contrastado es que Trasmoz –actualmente con apenas 80 vecinos empadronados– impedía que el Monasterio de Veruela impusiese un control absoluto sobre el territorio como sí ocurría con el resto de poblaciones de los alrededores. Era independiente, por ejemplo, en el uso del agua, ya que la Corona le había otorgado una serie de derechos que le situaban en una posición más ventajosa que al resto de municipios. Además, hay quien señala que en su Castillo lo que realmente se hacía era acuñar monedas falsas que minaban los ingresos de Veruela. Y fue este compendio de razones las que llevaron a excomulgar al municipio por orden papal.


Muchos años después, ya en el siglo XVI, en concreto en 1511, el Abad del Monasterio de Veruela decidió propagar por el municipio de Trasmoz una maldición convirtiéndolo en el único pueblo maldito conocido de toda España. A la entrada del pueblo, una cruz con un velo negro, dejaba constancia de la maldición, en la que participaron todos los monjes del Monasterio con la lectura del salmo 108 del libro de los salmos.
«Danos tu ayuda contra el adversario, porque es inútil el auxilio de los hombres; Con Dios alcanzaremos la victoria, y él aplastará a nuestros enemigos». Un salmo que se usaba para maldecir a los enemigos y con el que quedó maldecido el señor de Trasmoz, sus descendientes y todo un pueblo. No hay otro lugar en España en el que se haya realizado un ritual de estas características.


Y maldito y excomulgado ha llegado Trasmoz hasta nuestros días, ya que hasta el momento ningún Papa ha levantado la maldición ni la excomunión. Aún así, poco o nada afecta esta situación al día a día del municipio. Y es que se celebran actos religiosos con absoluta normalidad y se han mantenido las tradiciones religiosas a lo largo de la historia.
Es más, son estas historias las que cada año llevan a miles de turistas a visitar esta localidad zaragozana, que ha hecho de sus brujas y sus leyendas todo un filón para el turismo. Cuenta con un museo dedicado a la brujería y cada año, con la llegada del verano, se celebra una feria dedicada a las brujas, la magia y las plantas medicinales que atrae a cientos de visitantes al pueblo.

sábado, 10 de enero de 2015

MOVISTAR Y LA EPIDEMIA D PESTE EN SEVILLA EN 1649

Movistar TV empieza a dar pasos para hacer realidad uno de los objetivos de Movistar Series: llegar a producir sus propias series de ficción al igual que sucede con otras plataformas como Netflix, Amazon, Hulu... Es por ello por lo que han fichado al director de cine Alberto Rodríguez y el productor José Antonio Félez, recién nominado con 17 candidaturas a los premios Goya por "La Isla Mínima". Ellos serán los encargados de desarrollar la primera serie de ficción para Movistar Series.


La epidemia de peste de 1649 que devastó Sevilla, diezmó la población, ya que supuso la muerte de al menos 60.000 personas, el 46% de la población de la ciudad.
En ese año, Sevilla seguía siendo la ciudad más populosa de España y su actividad económica, derivada del monopolio que ejercía sobre el comercio con América, continuaba siendo pujante. Sin embargo, las deficientes condiciones higiénicas de sus calles y su condición de puerto de mar tierra adentro, la iban a convertir en foco de una virulenta epidemia de peste que diezmó su población, marcando el ocaso de su esplendor.
En aquel año, Felipe IV reinaba sobre un Imperio en el que no se ponía el sol pero que empezaba a manifestar los primeros síntomas de decadencia. La nefasta política llevada a cabo durante el valimiento del conde duque de Olivares, en aquel entonces ya fallecido, había contribuido a empeorar los graves problemas por los que atravesaba España. El derroche de una Corte suntuosa y la multitud de frentes abiertos por la monarquía hispánica, tanto dentro como fuera de sus propias fronteras, consumían sumas astronómicas y el oro y la plata que llegaban desde América eran insuficientes para cubrir los enormes gastos, provocando la bancarrota del Estado. En medio del creciente clima de caos económico, social y moral que afectaba al país, Sevilla empezó a sufrir los efectos de una grave crisis.


Con sus muelles concentrados a orillas del tramo navegable del río Guadalquivir, la capital andaluza gozaba de una situación privilegiada. Alejada de la costa, la ciudad se encontraba a salvo de los bombardeos o desembarcos de las flotas de potencias enemigas que se quisieran apoderar de sus tesoros. Sevilla ostentaba el monopolio del comercio con América y a su puerto fluvial llegaban los barcos que procedentes de América remontaban el Guadalquivir con sus bodegas repletas de riquezas. De allí partían cargados con productos para vender en el Nuevo Mundo con los que los comerciantes instalados en la ciudad obtenían grandes beneficios. Este tráfico incesante de mercancías también servía para financiar a la Corona, que cobraba impuestos y tasas por cada una de las transacciones.
A comienzos de la década de los cuarenta del siglo XVII, Sevilla empezó a pagar las consecuencias de la excesiva presión fiscal a la que estaba sometida por parte de los funcionarios del rey. Los enormes gastos derivados de la Guerra de los Treinta Años en Europa y las insurrecciones en Portugal y Cataluña habían dejado exhaustas las arcas del Estado, lo que había obligado a tomar medidas para incrementar la recaudación, entre ellas la subida de impuestos a las transacciones mercantiles. Muchos de los comerciantes que habían acudido a la ciudad andaluza atraídos por su dinamismo económico y las oportunidades de negocio que les ofrecía su puerto se vieron obligados a cerrar sus almacenes por culpa de la drástica reducción del margen de beneficios. Los barrios próximos a los muelles fueron los más afectados y muchas de sus casas y comercios abandonados ofrecían un aspecto desolador.
A pesar de la crisis, Sevilla seguía siendo una ciudad populosa que en aquel entonces tenía más de ciento cincuenta mil habitantes, la segunda más poblada del Imperio después de Nápoles. Sin embargo, las condiciones de vida de la mayoría de los sevillanos dejaban mucho que desear. Al hacinamiento y la ausencia total de medidas higiénicas, se unía el constante tráfico marítimo de barcos procedentes de puertos remotos donde sus tripulantes podían contagiarse de graves enfermedades. La suciedad y las inmundicias se acumulaban en las calles y las ratas campaban a sus anchas sin que ninguna autoridad dictase las disposiciones oportunas para evitarlo. Al mismo tiempo, los barcos que atracaban en sus muelles tras varios meses de travesía eran espacios reducidos en donde las epidemias podían incubar, trasladándose rápidamente de un país a otro.
La primavera de 1649 fue especialmente lluviosa y las graves inundaciones de un Guadalquivir desbordado anegaron los cultivos y granjas de todo el valle. Sevilla también sufrió los efectos de la riada y según cuentan los cronistas de la época podía llegarse en barca hasta la Alameda de Hércules. La retirada de las aguas dejó al descubierto la pérdida completa de las cosechas y los cadáveres putrefactos de miles de animales ahogados. La falta de productos agrícolas produjo el desabastecimiento de la ciudad y un aumento de los precios de los alimentos de primera necesidad, provocando que el fantasma del hambre y la desnutrición comenzasen a acechar a sus habitantes más vulnerables. Todos estos ingredientes prepararon el caldo de cultivo idóneo para la epidemia sin precedentes que iba a asolar la ciudad.
La peste ha sido una de las pandemias que ha causado más muertes a lo largo de la Historia. Implantada de forma siniestra en el imaginario colectivo de la Humanidad, su simple pronunciación se ha convertido en sinónimo de una muerte horrenda. Desde un punto de vista estrictamente médico, la peste es una enfermedad infecciosa causada por la bacteria Yersinia pestis, bautizada así a partir de 1967 en honor a su descubridor, Alexander Yersin, un bacteriólogo franco-suizo del Instituto Pasteur de París. Las pulgas de las ratas infectadas son sus transmisoras, afectando a otros animales o al hombre con su picadura.
Durante el desarrollo de la enfermedad el contagiado se encuentra débil, con marcha vacilante y habla balbuciente, para después sufrir fuertes dolores de cabeza, fiebre muy alta, escalofríos, vómitos y diarreas. En el caso de la peste bubónica, aparecen inflamaciones de varios centímetros de diámetro que se localizan en las ingles, las axilas o en el cuello, y que en ocasiones pueden supurar. La palpación de los bubones produce un dolor muy intenso y por debajo de la piel se nota una masa firme y dura. Tras una lenta agonía de varios días, el paciente muere después de un deterioro progresivo y generalizado de su estado.
Lo que nadie imaginaba en aquellos días era que la Muy Noble, Muy Leal e Invicta ciudad ribereña del Guadalquivir estaba a punto de desaparecer del mapa por culpa de una maligna peste que acababa de colarse en la Península desde algún puerto africano. En el año 1649 Sevilla iba a ser el lugar escogido por la terrible enfermedad para cebarse en su indefensa población.
No se sabe con certeza cómo ni cuándo llegó a las costas de la Península Ibérica, aunque todo apunta a que en 1647 se declaró en Valencia un brote de peste, viajando a bordo de algún barco procedente de África. Desde allí se extendió hacia al sur, contagiando a la ciudad de Alicante. Después se propagó en dirección a Murcia, continuando su letal recorrido siguiendo la costa mediterránea hasta alcanzar Almería y Málaga en 1648. Al año siguiente la peste saltó al litoral atlántico andaluz, extendiendo la muerte por Gibraltar, Cádiz y Huelva.
El bacilo de Yersin hizo de las suyas durante el verano y luego, aparentemente, desapareció.  al año siguiente, con el calor, volvieron los contagios; pero ya en toda la costa mediterránea, desde Barcelona hasta Cádiz. La peste se declaró formalmente en abril. Las autoridades ordenaron cerrar la ciudad a cal y canto. Pero ya era tarde. Así que, expuestos a lo inevitable, rogaron al Señor que fuese clemente con ellos mediante extraordinarias letanías y procesiones por las calles con penitencias públicas.




La multitudinaria apelación a la Providencia sirvió exactamente para lo contrario: el número de contagios aumentó por el hacinamiento y el trajín callejero. Para mediados de mayo, Sevilla era ya un lugar maldito de cuya desgracia se hacían lenguas en todo el Reino.
El día 21 de ese mes se prohibió la entrada en Madrid de sevillanos y de mercaderías procedentes de Sevilla. Bastante tenía el Rey con perder su mercado como para que la pestilencia le aviase también la Corte. Para el Corpus, el obispo hispalense echó toda la carne en el asador: si el Altísimo no ayudaba a su hija predilecta en tan señalado día, al puerto de Indias le había llegado la hora de pagar por su soberbia. La procesión del Corpus hubo de hacerse en la Plaza de San Francisco porque la del Salvador estaba llena de cadáveres. El paso era pequeño por falta de costaleros: unos 160 habían muerto en el transcurso de los días anteriores. Un auténtico drama, presagio de lo peor.
Se formó un Consejo plenipotenciario, conformado por el presidente del Santo Oficio, el de la Casa de Contratación, un miembro del Consejo de Castilla y un representante de la nobleza. Acordaron habilitar un hospital de emergencia, que se dio en llamar "el de la Sangre" (Hospital de las cinco llagas), para aislar a los enfermos. Pronto se llenó hasta los topes, y no ya de enfermos, sino de muertos que nadie quería desalojar. Para ese menester se presentaron en la ciudad enterradores de alquiler, "gente perdularia que había venido a la golosina del aprovechamiento" y que, por tan arriesgado oficio, se llevó "muchos ducados".
El Consejo prohibió enterrar en las iglesias y, dado que las pilas de cadáveres "infiçionaban el ayre", ordenó que se excavasen fosas comunes en todo el perímetro urbano.El panorama era desolador, propio del Infierno de Dante.
Estos enterramientos también se habilitaron junto a hospitales como el de las Cinco Llagas (actual Parlamento andaluz), donde se instalaron enfermerías provisionales para atender a los apestados.
A mediados de junio, Sevilla era un inmenso matadero del que salían carretones llenos de cadáveres desde el alba hasta el ocaso camino de las fosas, cubiertas profusamente con cal para evitar nuevos contagios. En poco más de tres meses, la otrora risueña ciudad había perdido la mitad de su población, lo que arroja la lúgubre cifra de unos 800 muertos al día.
Con la llegada del otoño, "todo era espanto, un asombro, un suspirar de continuo, sin danzas, sin cofradías, sin religiones, sin clero ni reliquias, con la poca música que había quedado, sin seises...". No había en la ciudad una sola familia que no tuviese un difunto al que llorar: la peste, metáfora de la misma muerte, igualó a todos sin distinción de riquezas, estamento, sexo o edad. En esta tragedia perdió la vida el famoso escultor Juan Martinez Montañés.




La incesante tragedia llevó a las autoridades religiosas y civiles a implorar la intercesión divina, de ahí que el 2 de julio de ese año se sacara en procesión de rogativa al Cristo de San Agustín desde su convento a la Catedral, de la que volvió al día siguiente, jornada en la que se produjo un fenómeno extraño al permanecer cubierto el sol durante varias horas con un color carmesí, parecido al de la sangre.
A los pocos días de esta procesión en el citado hospital (conocido entonces como de la Sangre) ondeaba una bandera blanca como señal de que la epidemia había remitido, por tal motivo se mantiene hoy día la acción de gracias a este Crucificado en esa fecha.
La catástrofe tardó décadas en ser olvidada, si es que alguna vez lo fue. No es casualidad que un sevillano, Juan Valdés Leal, fuese el autor de la obra más tenebrosa de la pintura universal: In ictu oculi (en un abrir y cerrar de ojos), sobrecogedor óleo realizado para el Hospital de la Santa Caridad en el que la muerte se yergue triunfante, ataúd bajo el brazo, guadaña en mano, mirándonos a los ojos, recordándonos que la vida es la frágil llama de una vela que se apaga en una décima de segundo, en un abrir y cerrar de ojos.
La extraordinaria Sevilla imperial, "asombro del orbe", jamás volvió a ser la misma. Se replegó malherida, perdió su monopolio sobre las mercaderías procedentes de Indias, su flota, sus escuelas artísticas, sus acaudalados mercaderes y hasta sus pícaros.

Tardó dos siglos y medio en recuperar la población perdida: hasta el año 1900 no volvió a contar con 150.000 almas; pero para entonces ya no era centro del mundo, sino "un huerto claro donde madura el limonero".