El rescate, el mangoneo y otras prebendas no son cosa nueva
en la histórica político económica de
España.
Eso si, hubo una época en que la inflación no existía, la época
gloriosa de la moneda. Esto era así por que el dinero era de metal precioso,
oro o plata y nunca perdía su valor.
Así nuestros tatarabuelos que llevaban
toda su vida ahorrando para la vejez cuando llegaba esta el valor de su dinero
seguía intacto. En aquella época, hace siglo y medio aproximadamente no se
podía emitir más moneda que el oro y plata de la que se disponía.
Pero, ¡ay Dios!, ahí estaban los políticos de turno, en este
caso los de la Restauración Borbónica, es decir, los Cánovas y Canalejas para
inventarse sus cosillas.
Cuando nuestro país no tenía dinero comenzaron a
emitir deuda fuera de España y como aval pusieron nuestra Isla de Cuba. Pero
qué pasó?, España, como todos sabemos, perdió Cuba y aquí vino el desastre,
teníamos una deuda grandísima y ya Cuba nos la había quitado los EEUU.
Nuestros políticos no tuvieron más feliz idea que emitir
duros de plata a mansalva, pero eso sí, con menos plata que le correspondía.
Esto abríó los ojos a los estafadores y claro está en algunas fundiciones
comenzaron por su cuenta a fundir duros de plata con la mitad de plata. Estos
duros falsificados corriendo y se extendieron por toda España quedando el
mercado saturado de duros.
Una de las mayores aportaciones de duros falsos salió de la
Fundición Cobián de Sevilla, realizada clandestinamente por un grupo de
operarios, entre ellos pudo estar implicado, incluso, un famoso capataz de
cofradías de la época que trabajaba en esa fundición,
A partir de aquí a los
duros falsos se comenzaran a denominar “DUROS SEVILLANOS”, a pesar de que en
otras fundiciones de España también se falsificaron.
Desde entonces, en nuestro país nadie quería ya duros de
plata, todo el mundo repudiaba la moneda, ni incluso los obreros la aceptaban
prefiriendo cobrar su jornal en monedas de peseta, las compañías de
ferrocarriles, privadas por entonces, tampoco las admitían.
A pesar de tantos falsificadores, el verdadero culpable fue
el Gobierno que fue el primero en falsificar por las necesidades de la deuda
contraída. Entonces se vio en la disyuntiva de tomar cartas en el asunto.
Y qué medida llevaron a cabo?
Pues muy fácil, en 1908 el
ministerio de Hacienda ordenó un gigantesco RESCATE DE DUROS FALSOS. Todo el
mundo los podía cambiar por otros, supuestamente, buenos.
Igual que ahora, por el
desaguisado de unos pocos, con los impuestos de todos se tuvo que solucionar la
cosa.
A partir de aquí se consolido la utilización del papel
moneda, los billetes, que antes nadie quería y todo por la manía que tienen
muchos políticos de GASTAR MÁS DE LO QUE INGRESAN.