domingo, 15 de septiembre de 2013

PORTOSIN EN EL ORIGEN DEL ESTOQUE DE CRUCETA

Portosín es una parroquia de Porto do Son, municipio gallego colindante con el de Santa Eugenía de Ribeira de donde era mi padre, donde tengo toda mi familia paterna.
Resulta curioso que, a veces, investigando en la historia o simplemente leyendo te encuentras acontecimientos que te hacen ver lo pequeño que es el mundo.

Como aficionado a la tauromaquía y más aún a su historia, quién me iba a decir que encontraría esta curiosa historia que tiene su origen en el bello pueblo de Portosín, pueblo asentado en la ría de Noya y Muros dónde sus bellos acantilados pregonan la cercanía de la costa de la muerte gallega.


EL BELLO ENCLAVE DE PORTOSÍN EN LA RIA DE NOYA Y MUROS

A lo que íbamos, el estoque de descabellar o más bien el estoque de cruceta se implantó en las corridas de toros el 1 de Mayo de 1936 por Orden de 6 de enero del mismo año.
El motivo por el que se estudió inventar un estoque para el descabello, fue por el accidente ocurrido en la plaza de toros de La Coruña, el día 6 de agosto de 1934, en una corrida en la que actuaron Juan Belmonte, Sánchez Mejías y Domingo Ortega, ante astados del Marqués de  Albaserrada.



 El hecho fue el siguiente: al descabellar Juan Belmonte a su primero, al que lo intentó varias veces y en su defensa hay que decir que fue arrollado por el toro, sufrió un esguince en la mano derecha. El caso es que tuvo que entrar a matar en innumerables ocasiones. Al utilizar el descabello varias veces, en uno de los intentos quedó el estoque ligeramente clavado y al derrotar el toro hizo ballesta y saltó aquel, saliendo despedido el estoque como una catapulta hasta la fila sexta del tendido 1, quedándose clavado en el lado derecho del pecho del espectador Cándido Roig, que con su propia mano se sacó el mortífero acero.
Trasladado con urgencia a la enfermería, los médicos no pudieron hacer otra cosa que contemplar en silencio el horror de la herida. Al colocarle sobre la mesa de operaciones, muere. El mismo estoque, en su recorrido, también  hirió al periodista Carlos García Puebla, colaborador de El Ideal Gallego.

Antigua plaza de toros de la Coruña en la Avenida de Finisterre

A Juan Belmonte se le ocultó que el espectador había muerto. Se enteró al ir a la enfermería para ser curado del esguince de muñeca y ver allí un cadáver postrado sobre la mesa. Al preguntar quién era, le explicaron el suceso de tan desgraciado accidente.

Su impresión fue muy honda y pasados los primeros momentos se interesó por la situación del fallecido, que era en realidad armador y fabricante de pescados y salazones, y que dejaba viuda y cinco hijos. Sufragó los gastos de entierro y funeral e hizo una donación. Sin dilación, se puso en contacto con la familia para prestar toda ayuda moral y económica, ofreciéndose a organizar personalmente un festival taurino en Noya en beneficio de la familia de Cándido Roig. La víctima tenía 36 años, era natural de Portosín, del Concello de Porto do Son.