Portosín
es una parroquia de Porto do Son, municipio gallego colindante con el de Santa
Eugenía de Ribeira de donde era mi padre, donde tengo toda mi familia paterna.
Resulta
curioso que, a veces, investigando en la historia o simplemente leyendo te
encuentras acontecimientos que te hacen ver lo pequeño que es el mundo.
Como
aficionado a la tauromaquía y más aún a su historia, quién me iba a decir que encontraría esta curiosa historia que tiene su origen
en el bello pueblo de Portosín, pueblo asentado en la ría de Noya y Muros dónde
sus bellos acantilados pregonan la cercanía de la costa de la muerte gallega.
EL BELLO ENCLAVE DE PORTOSÍN EN LA RIA DE NOYA Y MUROS
A
lo que íbamos, el estoque de descabellar o más bien el estoque de cruceta se
implantó en las corridas de toros el 1 de Mayo de 1936 por Orden de 6 de enero
del mismo año.
El
motivo por el que se estudió inventar un estoque para el descabello, fue por el
accidente ocurrido en la plaza de toros de La Coruña, el día 6 de agosto de
1934, en una corrida en la que actuaron Juan Belmonte, Sánchez Mejías y Domingo
Ortega, ante astados del Marqués de Albaserrada.
El hecho fue el siguiente: al descabellar Juan
Belmonte a su primero, al que lo intentó varias veces y en su defensa hay que
decir que fue arrollado por el toro, sufrió un esguince en la mano derecha. El
caso es que tuvo que entrar a matar en innumerables ocasiones. Al utilizar el
descabello varias veces, en uno de los intentos quedó el estoque ligeramente
clavado y al derrotar el toro hizo ballesta y saltó aquel, saliendo despedido
el estoque como una catapulta hasta la fila sexta del tendido 1, quedándose
clavado en el lado derecho del pecho del espectador Cándido Roig, que con su
propia mano se sacó el mortífero acero.
Trasladado
con urgencia a la enfermería, los médicos no pudieron hacer otra cosa que
contemplar en silencio el horror de la herida. Al colocarle sobre la mesa de
operaciones, muere. El mismo estoque, en su recorrido, también hirió al periodista Carlos García Puebla,
colaborador de El Ideal Gallego.
Antigua plaza de toros de la Coruña en la Avenida de Finisterre
A
Juan Belmonte se le ocultó que el espectador había muerto. Se enteró al ir a la
enfermería para ser curado del esguince de muñeca y ver allí un cadáver
postrado sobre la mesa. Al preguntar quién era, le explicaron el suceso de tan
desgraciado accidente.
Su
impresión fue muy honda y pasados los primeros momentos se interesó por la
situación del fallecido, que era en realidad armador y fabricante de pescados y
salazones, y que dejaba viuda y cinco hijos. Sufragó los gastos de
entierro y funeral e hizo una donación. Sin dilación, se puso en contacto con
la familia para prestar toda ayuda moral y económica, ofreciéndose a organizar
personalmente un festival taurino en Noya en beneficio de la familia de Cándido
Roig. La víctima tenía 36 años, era natural de Portosín, del Concello de Porto
do Son.